jueves, 16 de mayo de 2013

Onírico



De entre los muchos sueños que podamos llegar a tener en esta vida siempre estarán presentes: ser felices cuando alcancemos nuestras metas, encontrar el amor verdadero, tener una larga vida… Esos son nuestros sueños, los del alma, que van más allá de los logros académicos o el poder adquisitivo. Y aunque sean sueños, en algún momento llegamos a ellos. Los hacemos realidad. Y, si somos humanos, inmediatamente empezamos a soñar de nuevo, porque si este es el sueño... entonces nos gustaría despertarnos. Ahora, por favor. Así somos. Y puede que en algún punto, quizá debamos aceptar que el sueño se ha convertido en pesadilla. Nos repetimos que la realidad es mejor, nos convencemos de que es mejor no soñar jamás. Pero los más fuertes, los más decididos, nos agarramos a nuestro sueño. O nos encontramos a nosotros mismos enfrentados a un nuevo sueño que nunca habíamos considerado. Nos despertamos para encontrarnos a nosotros mismos, contra todo pronóstico, llenos de esperanza. Y, si tenemos suerte, nos damos cuenta que frente a todo, frente a la vida, el verdadero sueño es ser capaz de soñar.

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